*MENSAJE*
«El centro de mi misión es traer todos los corazones a un estado de unidad; unidad es ser un corazón, tener la mente puesta solamente en la imitación de mi Inmaculado Corazón. Este es el camino a la santidad que mi Jesús perfeccionó en mí. Vengo a traerles todo lo que fue creado en mí y todo lo que yo aprendí; amen sólo lo que es santo y bueno y no sucumban ante la idea de pecar.
Les digo que para alcanzar la más profunda paz y el amor de Dios, hay que dar la vida por la luz de esta misión; la unidad es el Espíritu de mi triunfo y la luz de mi misión es la paz, el cumplimiento de este plan de gracia divina está en la conversión de los corazones y ésta es la respuesta que yo les pido».
*GUÍA*
Jesús escogió a Nuestra Señora como compañera inseparable de su vida, de su muerte y de su poder en el Cielo y sobre la tierra; según su majestad, Él le dio a Ella por medio de la gracia todos los derechos y privilegios del Reino. Por medio de esta unión celestial y por su puesto en la Trinidad, Jesús concede a Nuestra Señora las gracias divinas de compartir completamente todo lo de Él y en igual medida, este es el objeto de la Inmaculada Concepción.
*DIRECCIÓN*
Busca alegría en tu consagración; cuando te humillen y te traten como último, cuando seas objeto de ridículo y tratado como tonto, cuando seas censurado aunque sea sin motivo, no trates de excusarte, no busques ser excusado por otros, no pongas obstáculos cuando otros revelen tus faltas, cuando recibas una humillación no busques de quien viene; y si lo descubres, ten cuidado de no reprochárselo y no demuestres que lo sabes, al contrario, inclúyelo en tus oraciones por los demás, busca una unión humilde con Dios.
Responde con la gracia de tu consagración a ser como uno en la misión de Nuestra Señora. El triunfo de su Corazón Inmaculado en nosotros sólo se podrá encontrar cuando tú te consideres como nada, porque es entonces cuando Dios llevará tu alma hasta las alturas de una sagrada unión.
*MEDITACIÓN*
¡Oh Inmaculado Corazón de María!, te pido tu intercesión para obtener la gracia de la humildad para mi alma; para que reconociendo la grandeza de la obra de Dios en mí pueda yo humillarme ante su presencia. Madre querida, ayúdame en los tiempos de persecución, ridiculez y ofensas para que yo pueda ofrecer los sufrimientos de mi alma por la gracia de tu triunfo; que pueda ofrecerte una mente ingenua para que mi consagración sea más provechosa a tu Inmaculado Corazón.
Ruego para que cada sufrimiento me traiga conocimientos al Divino plan de Dios para su triunfo, y que el Reino del Sagrado Corazón de tu Hijo pueda llegar a la culminación por medio de la consagración de cada corazón unido a través del tuyo.
«Si os insultan por el nombre de Cristo, felices ustedes; por que el Espíritu que comunica la gloria descansa sobre ustedes» (1 Pedro 4:14)